El mundo y el ambiente dela Cooperación Internacional, como no puede ser de otra manera, no difieren del contexto socioeconómico sobre el que surge y actúa, en este caso nos referimos a las sociedad opulentas del Norte.
Así, antes de estallar la Tercera GranDepresión y demostrar que esto es una crisis sistémica como lo fueron las dos anteriores, nuestro “mundillo” iba viento en popa a toda vela, o al menos eso parecía y se desprendía de un ambiente de euforia colectiva. La Cooperaciónse ponía de moda, multitud de jóvenes bien intencionados se lanzaban a cursar costosas maestrías de nuevo cuño impregnados de una ilusión sin límites y de un cierto desconocimiento a menudo preocupante . Un país que hasta hace dos días era receptor de ayuda al Desarrollo se enorgullecía de haber incrementado sustancialmente sus aportaciones económicas e incluso de haber situado ala Cooperación Internacionalcomo una política de Estado y a la lucha contra la pobreza como una prioridad en las relaciones exteriores. Nadábamos en la abundancia, así que nadie reparaba en exceso sobre nuestro mundillo
Mientras, la sociedad también participaba de esta orgía de placer. Todos nos sentíamos ricos y, en consecuencia, nos endeudábamos , comprábamos cosas que nunca imaginábamos que pudiésemos comprar y cuya utilidad resultaba un asunto baladí. Muchos jóvenes dejaban sus estudios, total, sin ellos podían ganar un montón de dinero y hasta podían “tunear” su coche, al tiempo que esbozaban una sonrisa ante los pringados que seguían estudiando. En definitiva, ya no éramos clase trabajadora , ahora, éramos por fin clase media-alta.
Algunos, no muchos, advertían sobre el castillo de barro que se estaba construyendo –aguafiestas- se les gritaba, -que ahora somos ricos, aprovecha-. En el terreno dela Cooperación,a pesar del aumento de fondos y creación de más organizaciones no gubernamentales, también existía gente que advertía que el aumento de fondos y de ONG no eran, por si solos, una buena noticia, muy al contario podía llegar a ser contraproducente. Se estaba construyendo la burbuja dela Cooperaciónque ahora ha estallado y ante la que muchos se sienten indignados.
Durante los tiempos de vacas gordas y chuletas jugosas, era el momento de ganar todo lo que se pudiese a nivel individual. Es la lógica del sistema que luego, en los malos tiempos, reclama siempre arrimar el hombro como ejercicio de esfuerzo colectivo. Mientras, en Cooperación, todo era buenas caras y sonrisas, había dinero. Sin embargo, este momento no fue aprovechado para consolidar un sistema de Cooperación nacional que a grandes rasgos sigue dejando bastante que desear. Como es tradición patria, España no ha buscado copiar a los buenos, que en este caso supondría echar a una mirada hacia los países nórdicos; nosotros lo hacemos a nuestra manera, una vez más, “Spain is different”.Multiplicidad de actores fruto del traslado del modelo autonómico, escasa coordinación, escasa coherencia entre políticas, malas políticas comunicativas, mucha proyectitis, excesiva dependencia de las ONG a falta de un desarrollo sustancial de la propia AECID y muy poca evaluación son algunos de los rasgos más señalados de nuestras políticas de cooperación, que sigue teniendo a las ONG como actor más visible.
Ahora sufrimos los excesos de antaño, la resaca promete ser dolorosa y muy dilatada en el tiempo. Se acusa al gobierno nacional y a los autonómicos de haberse ventilado de un plumazo las políticas de Cooperación, ¿alguien lo dudaba?, me pregunto yo. Las ONG han alzado la voz, no mucho, todo sea de paso .No sólo este llanto no ha producido eco sino que incluso ha sido ignorado por la sociedad civil que sigue sin entender- quizá porque no se le ha explicado-, por qué gastar dinero con los países del Sur cuando en España la cosa está tan mal.
Ha llegado el momento de reflexionar, de ser autocríticos y de replantearse la situación. Ahora toca hacer más con menos, ya que la crisis de los ricos tiene sus peores consecuencias en el Sur.La Cooperaciónse esta poniendo en duda desde todas las esferas de decisión y hay que reaccionar ante ello. Especialmente cuestionado se encuentra el modelo tradicional de cooperación norte –sur ante los avances y desarrollo de la cooperación entre países en desarrollo, el llamado modelo sur-sur.. Así que debemos ser conscientes de los antiguos excesos y ser capaz de encontrar un brebaje que nos alivie el dolor de cabeza. Pongámonos a ello.
Ramón Gelabert, socio y voluntario de SETEM MCM
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